martes, 1 de noviembre de 2011

Nocturno: Expectativa, Conflicto, Revelación.



01. Cinema


Bogotá, noviembre 30 de 2007





La noche solía comenzar así, saliendo del Teatro El Cid, percibiendo las últimas luces azuladas que nos deja el día; sabiendo que sólo unos minutos atrás me había perdido de un atardecer espectacular en Chipre.
Eso era lo bonito de entrar a cine a las 3:30 de la tarde, que se precipitara el inicio de la noche con el globo terráqueo de Universal , o el caballo alado de TriStar, la señora bonita de Columbia o el pico nevado de Paramount.
Y al precipitarse la noche y estar los dos en ese trance onírico éramos ya adultos tú y yo, aunque hubiésemos apenas sobrepasado la barrera de los 13 años.
Ver en pantalla a una mujer que siento como mía, aún sin conocerla, me recuerda que el nuestro fue un amor casi platónico.
Soñar con ella, verla de repente entre sombras al estar en la cama con la mujer que amo ahora, me hace pensar que la vida (que la noche) no es más que eso: una película, un sueño constante, que me hace pensar constante y descaradamente en ti.


02. Esta Noche
Noviembre 30 de 2007
¿Hay acaso una sensación más incómodamente deliciosa que la ocasionada por el sueño y la fiebre? Fue esta combinación la que me transformó una vez en un pobre peregrino sediento y desnudo en medio del desierto. Mi cama convertida en arena, la fiebre contrarrestando el frío insoportable de la noche sahariana, la sed, la ausencia de la mujer que es siempre la cura a mis dolencias físicas y espirituales. Este estado de duerme-vela, en el que nunca se descansa realmente, me ha sugerido la imagen del desierto a la media noche: sus espejismos, sus trampas, el delirio quemándome la frente a temperaturas altísimas, el escozor de los escorpiones caminando sobre mí, el sudor, la boca reseca, la más delirante cara de la noche que ninguna de las drogas conocidas ha podido equiparar.
Sólo la sensación ambivalente de placer y dolor que convierte mi cama en un inmenso mar de arena.

03. TanGo
Bogotá, mayo de 2009
¿Recuerdas el coqueteo? ¿Recuerdas la conquista? ¿Recuerdas lo que se siente al mirar a alguien entre el humo y sonreír de forma premeditada? Yo ya lo olvidé. Lo olvidé hace años. Dejé las memorias en un puerto de puñales, donde la gente hablaba lunfardo y yo entendía poco. En un puerto de prostitutas y matones.
¿Recuerdas las drogas de aquellas fiestas? ¿Recuerdas lo que se siente besar una chica la misma noche en que la conociste? Ya lo olvidé. Lo olvidé hace años. Dejé las memorias en una botella de agua, en el sudor discotequero resbalando por mis labios.
Pero a veces sueño con ello. A veces sueño dejar de ser el tipo aburrido que va a cine cada semana. A veces sueño con ir a bailar y apretar una desconocida por la cintura, besarla sin saber su apellido o su procedencia. Llevarla a mi cama irresponsablemente y estar seguro de no volver a verla.
¿Recuerdas el coqueteo? ¿Recuerdas la conversación de aquella noche? ¿El sabor del cigarrillo? ¿Las luces de la ciudad? ¿El presentimiento y el ansia de encontrarnos entre la multitud?

04. Círculo Cerrado










Manizales, diciembre 24 de 2007
No sé si sabes cómo se siente que te mientan, que te digan “amor”, que te digan “para siempre”, que utilicen tu corazón como trapo cocinero. No sé si alguna vez hayas recibido algún curso de psicología de la comunicación y te hayan hablado de una locura alemana llamada Gestalt. No sé si alguna vez hayas pasado en un bus por la calle 100 y hayas pensado que el amor y sus promesas son un circo, monerías, malabarismo, payasadas y una gran pista circular.
No sé si alguna vez hayas escuchado a Chumbawamba mientras un médico revisa tus cavidades con una linterna para luego decirte: “Bienvenido al ejército”, justo en le momento en que le agradeces a Dios por haberte librado de tres colegialas que te iban a volver loco.
No sé si alguna vez hayas sentido la felicidad infinita de ya no querer a alguien que te hizo sufrir.
¡Lara Lara! Bienvenido a la ruinas circulares, baby. El ciclo está cerrado.

05. Drogorama
Villa Pilar – Septiembre 20 de 2000 - Con una ventana abierta mirando hacia Chipre

Jarkova: ¿Seguro que no querés fumar?
Von Kitten: No, seguro que no.
Von Pyre: Fresco, que en un ratico se antoja. ¡Más bien páseme un chorro que hoy hay que brindar por Soda! ¡Salud!
Von Kitten: ¡Salud!
Jarkova: ¡Grupo de mierda, menos mal se separaron!
Von Kitten: ¡Callate pendejo!
Jarkova: ¡Pendejo vos que no querés fumar!
Von Kitten: Bueno, pasame a ver yo pruebo. ¡Pero poneme Soda!
Von Pyre: ¡Huy, loco! ¡Qué video!
Von Kitten: ¿Y ahora que hago?
Von Pyre: Esperar.
Jarkova: ¡Esperar sentadito porque vamos a poner The Doors!
Von Kitten: ¡Poné Soda, pendejo!
Jarkova: Es mi apartamento, es mi grabadora…
Von Kitten: Con tal que no suene Charly García, todo bien…
Von Pyre: ¿Y entonces, ya?
Von Kitten: No, loco esta mierda no hace nada.
Von Pyre: ¿Seguro?
Von Kitten: (Entre risas) No, pa’ mi Dios que esto no hace nada.
Von Pyre: (Entre risas) ¿Seguro?
Von Kitten: (Entre risas) No, nada loco… nada…
Von Pyre: (Entre risas) ¿Seguro?
Von Kitten: (Risas)
Jarkova: ¿Soy yo o aquí está haciendo como sed? ¡Qué rico una chocolatina!
Von Pyre: (Risas)
Von Kitten: (Risas)

06. Corazón
Bogotá, mayo de 2009
¡Oh-oh-oh!
Fue como un tiro por la espalda.
Él andaba por ahí hablando con la gente de lo bien que se sentía, de lo enamorado que estaba, de cómo la vida le sonreía finalmente. Escribía notas y tontos poemas adolescentes. Iba por ella, la acompañaba a su casa, le ayudaba con sus obligaciones, le había puesto su corazón en una bandejita decorada con finas hierbas y vegetales salteados.
Cayó arrodillado con la sangre brotando a borbotones, posó su mano derecha sobre el inmenso agujero que tenía en el pecho y se dio cuenta que esta sería la última imagen que se llevaría del mundo, que la vida se le escapaba en una hemorragia incontenible, que se moría como Paquirri, como Santiago Nassar, como John Lennon; con el cuerpo abierto y sin posibilidad de remiendos.
Pensó en su corazón, en aquella bandeja y en aquellas finas hierbas.

En cuestión de segundos ella tomó la pistola y la guardo entre su bolso. Se limpió los rastros de pólvora de la mano izquierda. Tomó a otro hombre del brazo y salió caminando con la tranquilidad del caso, preguntándose qué habría de comer esa noche.
¡Oh-oh-oh!

07. Motel
19 de febrero de 2008
¿Por dónde se llega al corazón de un hombre? ¿Por los ojos? ¿Por el estómago?
¿Dónde se reconoce al caballero? ¿En la mesa? ¿En la cama?
¿Es tan caballero aquel que cede su silla a una anciana en un bus atestado como aquel que saca la bestia que habita dentro de una mujer buena?

Es de hombres despertar los deseos más bajos, calentar los cuerpos más fríos, acariciar siempre a la mujer como si no hubiera un mañana, como si fuese menester convertirla en un animal sin inhibiciones ni conciencia, sin religión ni pudor.
Convertirla en un cuerpo sediento, caliente, en una máquina de recibir caricias, mordiscos y saliva, en el objeto del cosquilleo de las burbujas calientes que brotan del fondo de un jacuzzi. 

08. Durazno
Durazno, melocotonero, pérsico, melocotón. En julio de 2002 empecé a pensar en la palabra durazno una y otra vez. La repetía lentamente (sílaba por sílaba) hasta que la palabra perdía todo su sentido y sólo me quedaba el placer del sonido que salía de mi boca. Eran tiempos confusos, en los que mi vida no tenía un norte claro.
Descubrí que el Durazno también es un departamento, una ciudad y un equipo de fútbol de Uruguay; que la fruta del mismo nombre es delicada y de difícil cultivo, y que su origen está ligado a las tierras míticas de Persia y China.
Durazno fue el primer nombre que vino a mi cabeza cuando llegamos a Bogotá y quisimos cambiar el nombre de la banda que hoy es Gatoblanco. Como el nombre fue rechazado, empezó a rondar por mi cabeza la idea de escribir una canción que pudiera llevarlo.
Pasaron un par de años y de repente la palabra volvió a aparecer en mis pensamientos vespertinos, en mis reflexiones en los largos trayectos de bus en Bogotá. Empecé a repetir la palabra de nuevo sílaba por sílaba: Du – raz – no. Perdía su sentido de nuevo y sólo me quedaba el placer del sonido saliendo de mi boca.
Una mañana, pasaba por un puesto de frutas del centro y vi unos duraznos frescos entre manzanas rojas y mangos. Me acerqué, compré el más grande y me senté a mirarlo en una banca mientras esperaba que empezara mi clase de gramática musical. Pensaba en sensaciones más que en olores o sabores, pensaba en caricias, en postres y otras ideas difusas, pensaba que el durazno era una mujer prohibida.
Luego llegó a mi cabeza la primera línea de la canción que me había prometido a mí mismo: "Mis manos en tu piel de durazno".

09. Tu Desprecio
Al salir de cine pensé que es una lástima que después de tantos años la iglesia católica siga considerando al sexo como una actividad sucia, terrenal, que aleja al hombre de la gracia de Dios. Los curas de Boston estaban terriblemente avergonzados y el Código Da Vinci rompía récords en taquilla. La canción me sugería imágenes bíblicas de un mesías salvando a una prostituta y me acordaba de "El Otro Cielo", porque siempre he llevado esa vida de corredor de bolsa en la que de día quería sentarme a tomar el té con Irma y en las noches quería ir a buscar a Josiane en el Pasaje Güemes.
Somos complejos en nuestra naturaleza y el deseo es la sensación más compleja de todas. El té se me acaba, son las seis de la mañana y hoy - miércoles 20 de mayo de 2009 - años después de haber terminado la letra, todavía no sé exactamente de qué se trata esta canción. Es sólo un montón de sentimientos, una genialidad sugerida por Sebas en La menor y con aire a reggaetón.

10. Despertar
I
Marzo de 2002: Tenemos un presidente incompetente. Un imbécil. Un vendepatrias. Mi ciudad mata periodistas y los políticos se roban una y otra vez la plata de mi departamento. A todos nos hace falta un poco de dignidad y de vergüenza. Todos deberíamos sentirnos menos orgullosos de ser colombianos y empezar a hacer cosas por cambiar un país que da lástima. Somos como borregos, como ovejitas que van al matadero, como ganado que deja llevarse donde le ofrezcan agua y paja. Es decepcionante, es triste. Como para despertarse a media noche y no volver dormir.

II
Octubre de 2003: La mujer que amo ya no me quiere a su lado. Se fue buscando un rumbo mejor, un tipo al que llaman doctor.Sólo el tiempo me dirá si tuvo o no tuvo la razón. Todas las noches me noqueo con vino o con ron para no despertarme antes de que salga el sol, antes de que suene mi despertador de pilas AA.

III
Abril de 2008: Es una pesadilla mediática. Hay tantas estupideces en la televisión que he decidio alejarme de ella en cuanto sea posible. No quiero saber de las noticias del entretenimiento, del pésimo fútbol colombiano, de las peleas entre los dictadores tropicales, de los truquitos de belleza de las modelos y presentadoras. Da asco. Como para despertarse a media noche y no volver a dormir, hasta que alguien me grite entre sueños: "¡Grántico Pálmani Zum!"

11. Motor
Bogotá, 2008
Me levanto de la cama. Bajo al garaje y saco el carro. Estoy harto de las nuevas pseudoestrellas del pop tropical, de las presentadoras de tv que no podrían ni amarrarse los zapatos solas, de los dictadores de las repúblicas bananeras, de las pesadillas recurrentes, de la fiebre, del dolor de cabeza y de estómago.
Salgo a la 134, subo a la autopista, conduzco a toda velocidad porque la madrugada me lo permite.
Conduzco hacia el norte sin rumbo definido.
Esta misma autopista nos ha traído tanta muerte, tanto dolor.
No quiero detenerme, aunque no sé dónde voy a llegar.

12. De Noche en la Montaña
No quería detenerme otra vez porque no sabía a qué hora iba a llegar. Pero era imposible escapar a otro retén militar o de policía. Era, como hoy, un sábado de mayo y viajaba de sorpresa por el día de la madre. Pensé en el domingo terrible que tendrían las madres de los combatientes, de los secuestrados, de los campesinos envueltos en el estúpido conflicto armado colombiano. Pensé en el terror que debe provocar la oscuridad en medio de un tiroteo, la angustia de estar encadenado por días, meses y años; recordé las noches eternas de 1998, fusil en mano, preguntándome sin éxito cuál era el sentido de estar metido en el ejército.
Iba del Valle del Cauca al Eje Cafetero y el tema en el bus era la petición de despeje de Florida y Pradera. Ahí estaba la guerrilla. Al acecho, más allá de las carreteras, vigilando desde la montaña. Por un momento pudimos escuchar cómo gritaba el fuego. Pensé en los que tendrían que caminar toda la noche para evitar ser encontrados. Pude sentir el olor del pantano. El olor de la hierba. El sonido de los pájaros. La luz de las estrellas. Deseé más que nada llegar a mi casa en Chipre. Pensé en abrazar a mi mamá y cerré los ojos.

13. El Momento
Bogotá, mayo de 2009
Abrí los ojos y estabas allí, dibujando una sonrisa que iluminaba toda la habitación. Y el sabor a chocolate en mi boca no era más que el rastro de un beso deseado por milenios, desde antes de nuestra propia existencia, desde antes de la aparición del mundo.

La sensación es siempre la misma. La misma luz de la misma luna, los pelos de gato sobre las sábanas, el temor y el frío que sólo se sienten al desnudarse por primera vez. Es como estar bajo el agua, recibir las señales de radar que me envías, las cosas que no se dicen con palabras. Es descubrir los terrenos inexplorados del cuerpo ajeno. Examinar con atención los secretos escondidos bajo la ropa.

El olor de tu piel terriblemente dulce y afuera la ciudad queriendo entrar a observarnos por el ventanal y las cortinas abiertas. Es ahora cuando las dudas no tienen cabida, cuando todo lo pasado debe quedarse afuera de este cuarto, donde los gatos maúllan con dolor pidiendo a gritos que los dejemos entrar.

Pero si no hay lugar para la duda, si el temor hay que expulsarlo y el frío hay que combatirlo; no hay lugar entonces para nada ni para nadie, sino para nosotros dos. Sólo hay cabida para el olor nocturno, el olor de los cuerpos que va a mantenernos despiertos hasta que el cielo se aclare de nuevo.

14. Diosa
Somos partículas ambulantes de Dios. Se ha dividido en 6.000’000 de átomos vagabundos que creen funcionar bien en parejas de carga positiva y negativa.
¿No lo entiendes? Uno se pasa la vida buscando en las religiones la forma de llegar a la comunión, de ascender al cielo, de estar sentado a la derecha del padre o de convertirse en una entidad incorrupta que ya no puede evolucionar más.

Una noche (o en el peor de los casos a pleno medio día), uno se encuentra la mirada inquisidora de una mujer que cree conocer desde siempre. Ahí, entre sus ojos, brilla el futuro, brilla el Aleph, brillan las respuestas a todas tus preguntas, a todas tus plegarias; brillan todos los chakras, brilla el cuerpo crístico.

Una noche, porque así está escrito y es ineludible, terminan convirtiéndose en un solo cuerpo, y es el paraíso, que dura apenas unos cuantos segundos. Es el momento que te prometieron en misa cuando eras niño, es el “vivieron felices” que leíste tantas veces, es la promesa cumplida del Cantar de los Cantares.

Las mujeres y los hombres van y vienen.
Aunque el momento dure apenas unos segundos, los dioses y las diosas son eternos.

15. Colores Inciertos
Mayo 26 de 2009

Ya no me asusta la incertidumbre.

Cuando está llegando la madrugada cierro los ojos y comienzo a verte entre sombras, como una promesa inconclusa, como una ilusión de la hora en la que justamente el cielo comienza a hacerse azul de nuevo.
Llevo tantos años viviendo en la rutina de perseguir un objetivo, tantos años visto como una pareja y no como un individuo, tantos años de estar “a punto de lograrlo”, que a veces es inevitable cansarme de todo y de todos.

Y ahí estás tú como una obra de arte inconclusa, como un montón de colores indefinibles que no me dicen algo concreto, pero me sugieren que las cosas pueden ser mejores.
¿Por qué recordar cosas antes de vivirlas? ¿Por qué lamentar las partidas que no han llegado? ¿Por qué sembrar ilusiones el uno en el otro a través del teléfono y los pantallazos de Internet?

Quiero dormir, corazón, quiero dormir tranquilo.

16. Una Mentira
- No te levantes por favor, es muy temprano.
- Yo lo sé, pero necesito irme ya para la universidad. Tengo parcial de gramática y si lo pierdo, me tiro el semestre.
- ¿Pero si te levantas cuándo hablamos? ¿Cuándo hablamos?
- Ya va a amanecer. Tengo que irme.
- Cuéntamelo todo por favor. Cuéntamelo todo antes de irte.
- No es una bonita historia. Me duele. Era un martes después de un lunes festivo. Tú y yo llevábamos meses sin saber el uno del otro. Yo entré al colegio riéndome por algo. Era mi última semana de clases, porque el puntaje del Icfes me iba a permitir largarme debiendo logros hasta de trigonometría. Estaba feliz. En el segundo piso me encontré a Beto y Káiser. Les dije alguna estupidez y seguí riéndome. Káiser, en un gesto de infinita crueldad me dijo que ya se me iba a quitar la risita.
- ¿Y cómo te lo dijo?
- No me acuerdo bien. Creo que fue Beto el que me lo dijo. Me dijo que te habías accidentado el viernes, que el lunes te habían desconectado. Entré al salón en silencio. Era como si todo el mundo lo supiera menos yo. Sergio tenía los ojos rojos de llorar y miraba por la ventana. No había nada que pudiera distraerme de la noticia tan terrible.
- ¿Y tú lloraste?
- Como cinco o seis años después. Lloré lo que tenía que llorar una tarde de sábado en la que estarías 23 cumpliendo años.
- ¿Por qué?
- Porque nunca tuve oportunidad de despedirme y nunca hallé la manera de pedirte perdón.
- ¿Perdón por qué?
- No sé. Por la mentira estúpida de aquel entonces.
- Pero si teníamos 13 años. No hay de qué preocuparse.
- ¿Entonces me perdonas?
- Te perdoné desde el principio. No hay dolor entre nosotros.
- Bueno, entonces me voy para clase. Te debo una canción. La que te escribí hace años era una porquería (risas).
- Si no ganas el parcial de gramática a lo mejor no puedas escribirme una canción que valga la pena (risas).
- Sigue durmiendo (beso).

17. Reflejo
Nos vimos por primera vez un sábado en la mañana, en febrero de 1997. Tenías los ojos como el corte transversal del tronco de un árbol, al que se le ven los anillos y revela la ternura de los 15 años recién cumplidos. Hablabas poco y gracias a la timidez siempre te ponías roja, como te pasa ahora cuando te mueres de rabia por cualquier cosa trivial. Yo tenía una voz de hombre que no encajaba en mi cuerpecito adolescente y te parecí decididamente feo, pero con un no sé qué no sé dónde.
Nos besamos por primera vez cuando ya había pasado de lejos la media noche, en una calle de Chipre, en la Feria de Manizales del año 2001. Me pareció una eternidad, un momento deseado desde aquella mañana cuatro años atrás. Te dije que te amaba en mayo, antes de salir a celebrar el cumpleaños de Juan Pablo Ríos. Que te amaba sin explicación alguna, o tal vez porque eras una mujer buena y me hacías sentir completo.
Te he dado por perdida en varias ocasiones, a veces por culpa mía, a veces por culpa tuya; a veces porque ponemos en duda ser el uno para el otro. Me trazaste laberintos, me aceptaste al empezar de cero, me enseñaste la belleza lunar, dibujaste en un mapa la imposibilidad de olvidarme de ti.
Ahora que creo cada vez menos en el “para siempre”, ahora que sé que la eternidad del amor puede durar tan sólo unos días o miles de de instantes efímeros a lo largo de muchos años, ahora que las tormentas son cada vez más frecuentes y que en ocasiones el amor aburre, ahora que el romanticismo le ha dado paso a las preocupaciones sobre el futuro, sobre el dinero, sobre el qué haremos mañana; sigo mirándote a los ojos, encontrándome desnudo en ellos y sabiéndome descubierto, voluble, examinado hasta el más mínimo detalle. Sigo mirándote a los ojos – cortes transversales del tronco de un árbol – y sé que me conoces como nadie, que mirándote a los ojos, escudriñando en el fondo de tu alma voy a seguir encontrando - por siempre y sin importar las circunstancias - mi propio reflejo.

18. Amanecer
Agosto de 2007
Comenzaron a besarse cuando la luz del sol apenas se insinuaba en el borde de un horizonte negro. Nada podría detener la respiración agitada, el olor a alcohol en la boca, las ganas perdidas de querer detenerse y no poder hacerlo. Eran caricias deseadas desde meses atrás, desde tiempos que ya ninguno recordaba. El amanecer les pintaba los ojos de colores nunca antes vistos en la historia de la humanidad y el sol les fue prendiendo la luz lentamente para que las formas del cuerpo pasaran del tacto a la vista. Pensó que ese día era el comienzo de una vida nueva, de una carrera con menos equipaje, de un viaje más ligero.

Mayo 29 de 2009
Nunca sabes cuándo un amanecer va a ser el último, cuando una llamada que diga "Petu: mirá qué día más lindo", puede ser la última, cuándo las noches van a acabarse para siempre.
Así que cada amanecer hay que vivirlo como el último. Tuvimos que aprender esa lección de la manera más dura.
Cada mañana pido ver otra noche, porque el día se me hace intolerable; pero cada mañana me propongo vivir el día como si fuera el primero y el último día de mi vida.
No más excusas, no más aplazamientos, tengo una canción poerfecta para comenzar el lunes, hoy es el primero de los días de mi vida, de una vida nueva, de una carrera con menos equipaje, de un viaje más ligero.